Otra de acentos, esta vez para nota

  • Palabras llanas que acaban en grupo consonántico

    Hay que ponerles tilde, incluso cuando acaban en «n» o «s» precedida de otra consonante: crómlech, cíborg, wéstern, bíceps, tríceps, fórceps, sóviets o cómics).

  • Dos vocales iguales juntas:

    Cuando hay dos vocales iguales seguidas, sean fuertes (a, e, o) o débiles (i, u), siempre forman un hiato, nunca un diptongo. Por tanto, poner o no la tilde dependerá solo de las reglas de acentuación, con lo que palabras como chiita o los diminutivos diita, tiito o Rociito no llevarán tilde nunca.

  • ¿Cuándo se acentúa «ui»?

    Cuando el acento tónico de una palabra recae sobre diptongo ui, siempre se formará un hiato, ya que las dos vocales son débiles. Por eso no hace falta acentuarlo nunca para indicar que se ha roto el diptongo, sino únicamente cuando así lo indiquen las reglas de acentuación. En las siguientes palabras no se coloca el acento en ui por ser agudas acabadas en consonante que no es ni «n» ni «s»: construir, eluir, incluir, influir, huir o rehuir.

    Tampoco se acentúan las que sean llanas acabadas en vocal, como construido, eluido, incluido, influido, gratuito, huida, hinduismo, altruismo o altruista. Cuando sea un monosílabo agudo acabada en vocal, tampoco se acentúan: fui y ruin.

    Así que solo se acentuarán las agudas con más de una sílaba (eluí, influí, incluí, construí, contituís o rehuí) y las esdrújulas (casuística, jesuítico, cuídese, lingüística).

  • Palabras compuestas:

    Existen dos casos bien distintos de palabras compuestas en los textos científicos.
    Por una parte, tenemos las compuestas por yuxtaposición, que se comportan como una sola palabra y han de seguir las reglas generales y particulares de acentuación, con independencia de cómo se acentúen sus formantes por separado. El acento prosódico principal recaerá siempre sobre la última palabra y se tildará cuando así lo requieran las reglas. Por tanto, no será asímismo, sino asimismo, no será décimoséptimo sino decimoséptimo, y será limpiaúñas, portalámparas, pasapurés o abrefácil. En los textos científicos abundan las palabras compuestas acabadas en gen (un monosílabo que no se acentúa), que sí se acentúan al ser agudas acabadas en n: oncogén y transgén. Otras ejemplos más técnicos son: farmacorresistente, inmunohistoquímica, vitreorretinopatía o balneofotoquimioterapia.

    A diferencia de las anteriores, las palabras compuestas con guion conservan la tilde que corresponde a cada palabra por separado: franco-alemán, histórico-crítico, teórico-práctico o ácido-básico. Esta regla también debe aplicarse a los compuestos químicos, a pesar de que muchos autores quieran dejarlos como se escriben en inglés: naftalén-1-ilo, 5-toluoíl-α-D-ribosa, 4-metiltetrahidrofurán-3-ilo o ácido p-(R,S)-α-[1-(9H-fluorén-9-il)-metoxiformamido]-2,4-dimetoxibencil-fenoxiacético.

  • Adverbios acabados en -mente:

    Este tipo de adverbios siempre lleva dos acentos fónicos: uno en el adjetivo y otro en el elemento compositivo –mente. Pero la fusión llevará la tilde solo donde lo llevaba el adjetivo. O sea, llevará tilde solo si el adjetivo la llevaba: lacónico → lacónicamente, fácil → fácilmente, y desesperado → desesperadamente.

  • Voces extranjeras:

    En el vocabulario científico usamos muchas palabras procedentes de otros idiomas.
    Cuando se han aceptado en español, además de que seguramente han cambiado su escritura para adaptarlas a nuestras reglas, se tildarán siguiendo las reglas de acentuación.
    Tenemos como ejemplos corrientes bunkerbúnker, ParisParís, stressestrés, deletiondeleción y football → fútbol. Si no están aceptadas, se escribirán en cursiva con la misma grafía de su idioma original: catering, casting, lifting, dépôt, splicing

    Los latinismos se escriben también en cursiva al ser voces extranjeras. Lo normal es que si el latinismo es de una sola palabra, se haya adaptado al español y hay que escribirlo en redonda, por ejemplo, memorándum, déficit, currículum, ínterin, factótum, hábitat, plácet, accésit, vademécum, réquiem, ítem, ultimátum, quid. En cambio, los de dos palabras sí se consideran latinismos: habeas corpus, delirium tremens, curriculum vitae, post mortem, grosso modo, ad libitum, ad nauseam, alter ego, vox populi, ab initio, in vivo, in vitro, ex vivo, motu proprio, sine die, statu quo, post scriptum… Como no hay regla sin excepción, tenemos que escribir en cursiva los monosílabos quorum y leitmotiv y en redonda los bisílabos ex cátedra y sui géneris.

  • Principios activos:

    Los principios activos, también denominados sustancias farmacéuticas, que componen los medicamentos deben tildarse según las normas del español: clavulánico, diazóxido o tacrolimús. Para saber dónde va el acento, dado que no siempre es obvio, conviene consultar las Denominaciones Comunes Internacionales de la OMS.

    En cambio, los nombres comerciales de los medicamentos podrían llevar la tilde en español (Voltarén, Manidón, Termalgín, Dórmicum), pero los fabricantes no suelen seguir un criterio claro, con lo que mejor los escribimos como los encontremos.

  • Nombres propios:

    Los nombres de persona se dejan tal como son en su idioma original, y no se ponen en cursiva: Frédérique, Robinson, Robert, Adélaïde, Michèle, Réginald, etc. Los accidentes geográficos que cuenten con una traducción tradicional se acentuarán como corresponda (París, Moscú); si no es así, se escribirán en redonda tal como se escriba en su idioma original.

    Las voces que proceden de un idioma escrito con caracteres no latinos (principalmente griego, árabe, chino, japonés, hebreo, y los idiomas que usan el alfabeto cirílico) no se dejan como el original, sino que hay que transcribir los sonidos al alfabeto latino para que en español suene lo más parecido posible al original; como parte de la transcripción, se ponen los acentos conforme señalan las reglas del castellano: Mustafá, Alí, Pávlov (Páulof), Iván, Chéjof (Chéjov) o Shostakóvich.

    Como parece lógico, en cada idioma se hará una transcripción diferente, dado que cada idioma tiene sus peculiaridades fonéticas y sintácticas. Por desgracia, dado que la mayor parte de las transliteraciones en el siglo XXI vienen de un texto en inglés, y que las transcripciones fonéticas en este idioma son diferentes a las del castellano, empezamos a ver con demasiada frecuencia nombres inadecuados, como Tchekhov por Chéjov, Sakharov por Sájarof, Bin por Ben o Khalifa por Jalifa.

Para saber más: