Viejas oxidadas, pioneras de la vida

Mattew S. Dodd, del Centro de Nanotecnología de Londres y amigos de otros centros de investigación (Nature 543, 2017) han encontrado en el ártico canadiense unas rocas sedimentarias con microtubos fósiles de hematita oxidada, indicios directos de la actividad microbiana más antigua conocida hasta la fecha: hace al menos 3,770 millones de años, ya existían bacterias capaces de obtener energía oxidando el hierro en los tumultuosos –químicamente hablando– ambientes de las primigenias chimeneas hidrotermales submarinas.

Hasta ahora, sólo se tenían evidencias de existencia de vida primigenia tan antigua por indicios indirectos basados en discriminación isotópica, así que estas serían las primeras pruebas indiscutibles sobre lo rápido que apareció la vida en la Tierra desde su acreción.

Además, dan una pista clave sobre el origen de la vida en la Tierra: la plácida sopa caliente a orillas de mar, de la que surgirían moléculas autorreplicantes, está dejando paso, cada vez más, a lugares mucho más extremos como las fosas volcánicas submarinas, donde la vida habría surgido cabalgando sobre un intercambio feroz de electrones entre reactivos químicos emanados de una Tierra recién formada. Esta hipótesis abre nuevas perspectivas para la búsqueda de vida extraterrestre, incluso indicios de la misma aquí al lado, en nuestro vecino rojo.